Michael (4ª Entrega)
Escrito por: Manuel Alonso Vieytes
Fue el mejor de los tiempos, fue el peor de los tiempos…
¿Acaso no es esto lo que describe exactamente el trabajo de ser padres? Los mejores momentos y los peores, especialmente si se trata de niños con «problemas».
Si llevas tiempo en las trincheras, ya sabes la historia. Pero la de Rosa, una madre que lucha por ayudar a su hijo a superar los conflictos emocionales y los estallidos de ira, no la conoces. Aunque Miguel tenía unas cualidades increíbles (muy inteligente, divertido, perspicaz y cariñoso), le resultaba muy difícil gestionar sus emociones. Tenía un comportamiento totalmente inesperado e imposible de controlar: era extremadamente temperamental y a veces era agresivo; no podía calmarse y actuaba de forma imprevisible en prácticamente todas las situaciones.
Tenía problemas dondequiera que estuviese. Por lo visto, nunca aprendía a utilizar las técnicas que su madre empleaba por aquel entonces.
Una vez que empezó a ir al colegio, la situación se complicó aún más. Las crisis se volvieron frecuentes. Describía la escuela como algo estresante y se quejaba de «mucha presión». Rosa trataba de entender qué significaba eso… ¿Cómo podía ser estresante el colegio? Después de todo, Miguel era increíblemente brillante. Entonces, ¿por qué era tan difícil? Vale, no se quedaba muy quieto, pero era un niño tan dulce.
Rosa observaba con desesperación. Su niño alegre desapareció y fue sustituido por uno enfadado y apagado. Decir que esto destrozó a su madre, es quedarse corto. Pasó años confundida y completamente apenada.
Debido a los gritos de auxilio, que cada vez eran más y más intensos, su madre empezó a buscar un diagnóstico. Dejándola con más preguntas que respuestas. ¿Te resulta familiar?
A mediados de la década de los 90, Miguel fue diagnosticado de Trastorno por Déficit de Atención (ADD/H, por sus siglas en inglés). Vaya. Ahora por fin sabemos a qué nos enfrentamos y podemos solucionarlo. ¿No es así? ¿No es así como funciona? No, para ti tampoco, ¿eh?
¿Y después? ¿Cuántos especialistas hay? ¿Qué podría ayudar realmente a nuestro hijo? ¿En qué debería centrar el tiempo y los recursos?
Descubrir cómo ayudar a Miguel fue como quitarle las capas a una cebolla: llevó mucho tiempo y generó muchas lágrimas.
Esperamos que no os sintáis identificados, pero si lo hacéis, sabed que os entendemos. Vemos el miedo en vuestros ojos y sabemos hasta qué punto os sentís angustiados.
Si pudiérais ver a nuestro hijo ahora, no pensarías que es el mismo niño. ¡Lo está haciendo muy bien!
¿Qué fue lo que hizo que nuestro hijo cambiara, te preguntarás? Sin duda, ¡fuimos nosotros! Nosotros somos la clave del éxito de nuestro hijo.
Por fin supimos que, aunque no iba a ser fácil, podíamos ser los padres que nuestro hijo merecía. Somos lo que él necesita.
Y tú también lo eres.
«Era el mejor de los tiempos y era el peor de los tiempos; la edad de la sabiduría y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación».