Vacaciones, días libres, descanso…. Todo suena de ensueño y pensar en ello recompone si… ¿pero y cuando el hacerlas realidad conlleva un desorden en nuestra armonía?
¡Porque no podemos subestimar el gran desbarajuste al esquema mental que supone salir de la ‘zona de confort’! (de nuestros hábitos y la rutina). Implica adaptarse a una nueva situación como la de desplazarte a un lugar novedoso, para conocer su entorno, sus gentes e instalarte en él, no sin antes haber cubierto todos los imprevistos que puedan surgir y presentarse; ya que para quienes tenemos una dificultad en la autonomía, quienes necesitamos de un soporte en nuestros desplazamientos y otros tipos de ayudas, para mantener unos buenos hábitos mientras estemos disfrutando de ellas, hemos de tener muchos aspectos bien pensados y analizados,.. ¿o no? Seamos sensatos y no asustadizos en el fondo unas vacaciones no pasa a ser nada más extraordinario que lo que tenemos en el día a día. Las preocupaciones son por las que por regla general, se motiva el exceso en todo preparativo: exceso de muda y equipaje, y otro sin fin de aspectos que no acaban siendo necesarios,… y en más ocasiones de la que debiéramos (exceso de preocupaciones que acaban siendo irreales y por ello casi siempre innecesarias).
De lo improvisado e imprevisible y sobre todo del sorprendernos con lo nuevo, surge el disfrute de la experiencia. De todo viaje siempre nos llevamos el haber aprendido y recordado la lección de valerse por uno mismo, aprendiendo a quererse un poco más por conseguir en ocasiones lo que nuestra emoción convierte en una pequeña gesta, consiguiendo así salir reforzados en el ánimo y en el espíritu. Y por encima de todo, recordamos que en viajar y salir de la monotonía, es imprescindible para encontrar la autenticidad de lo que somos y nos rodea. Insuflémonos viajando la mejor de nuestras sonrisas.
Sergio Pérez Montilla