UNA VALIOSA HISTORIA DE AMOR Y ENTEREZA, la de Saray Vega Espinoza.
Cuando pensamos que todo en nuestro camino está por llegar, por lo que no tenemos prisa y somos felices bajo cualquier circunstancia; puede que sin saberlo no acabemos de estar valorando suficientemente lo realmente valioso que tenemos.
Saray siempre fue una niña alegre, risueña, inocente, amorosa de sus padres, de su familia y los suyos. Cuando se es feliz sin pedir ni necesitar más que lo que por sí solo nos llega, obviando particularidades de la edad, permite que se viva la vida en plenitud y así era como nuestra protagonista lo hacía.
Un día surgió la posibilidad de acompañar a su tío en unos de sus viajes como transportista de tráiler, algo inaudito para ella puesto que pocas novedades le eran posibles de emprender a sus 17 años de edad, con el visto bueno y en conformidad de antemano con su hogar.
Por motivos de exigencias de trabajo de su tío, las rutas se fueron alargando y del viaje inicial se aumento en algunos centenares de kilómetros más. Ya disponiéndose a hacer el último viaje, el de retorno, el tráiler sufrió un accidente; no uno cualquiera, sino uno que le condicionaría el resto de su vida, y porque no, por el que también aprendería a apreciar y valorar todo lo valioso que una persona tiene de su entorno y al alcance sin hacerse consciente.
Debido al accidente, estuvo desde el primer momento su vida en vilo, ‘por falta de espacio’ no nos detendremos en la redacción al detalle de todo por lo que nuestro ejemplo de vida, Saray, tuvo que pasar. Para ser hoy la persona que se ha forjado, más fuerte, más auténtica y con una bella sonrisa que antes y puede que más hoy, encandila a quien se hace testigo de ella.
A causa del accidente se lesiono la médula, además que por razones de urgencia tuvieron que amputarle ambas piernas. Muy duro y nadie hará por disfrazar la experiencia, pero si resaltar lo realmente valioso: después de más de cuatro meses en coma, con los cuidados que tenia olvidados de quién mejor puede hacerse cargo; esta, bella, valiente y persona con ansia y ganas de vivir, con la compañía incondicional de su madre, otra gran luchadora de mérito, consiguió retomar su vida con unas fuerzas que ninguna otra persona ajena a una condición sabría: 8 meses de cirugías, dos semanas de terapia intensiva y un “lapso” de tiempo dónde volver a conocer con mimo sus capacidades.
Desde el amor es de dónde se extraen las mejores de las lecciones, la madre de nuestra protagonista con un papel tan valioso, acompañó en todo momento y no en pocas ocasiones con el corazón en un puño e incluso cuando surgieron cuestiones de orden mayor como la perdida de una madre (abuela de Saray),… Siempre y a pesar del dolor en las emociones, situó por delante su cercanía y compañía, para no dejar sola a su hija; puesto que a efectos prácticos era para quién era útil y quién en esos momentos tan difíciles la necesitaba.
Una historia es potente cuando sus características lo son, pero también cuando todo lo que la acompaña adquiere la misma dimensión:
Una gran amiga de sus amigos, capitana de fútbol del que se vio obligada a colgar sus botas para dedicarse al partido más exigente que nos ofrece la vida: ser feliz y trabajar en pos de ello, por encima de toda situación sobrevenida y adquirida.
Las circunstancias que se viven a veces no se eligen, pero la actitud con las que se encara la vida siempre. Porque una nueva oportunidad siempre surge hasta de las circunstancias más duras a las que el destino nos hace tener que hacerle frente.
Saray es titulada en enfermería y en derecho, participante e integrantes del Wheelchair 2019 de México, certamen de belleza inclusivo y al mismo tiempo exclusivo dónde se puede distinguir y valorar la belleza en toda su dimensión.
Sergio Pérez Montilla, desde Barcelona (España).