NO DEJES PARA MAÑANA LO QUE PUEDAS HACER HOY
Como lema del buen estudiante se nos recordaba de niños, asumiendo que consistía en un buen consejo,… era algo que muchas veces no practicábamos entonces y nos es difícil aplicar a día de hoy.
Con la madurez y el conocimiento descubrimos que todo lo que se hace de forma impulsiva, o en su defecto, meditada; tiene un resultado diferente: a veces es adecuado dejarse llevar si la inspiración nos llega de esa forma, descubriendo que es el modo de hacer bien las cosas y en otras ocasiones descubriremos que lo que no se medita suficiente puede conducirnos a un ‘fiasco’ en su resultado y del que podamos tener que arrepentirnos en un futuro.
Sea como sea, en la realidad que nos acompaña, emprendemos nuestros actos y nuestras decisiones sin demasiados miramientos pero en otras muchas ocasiones, condicionados por la realidad que afrontamos,… aprendemos a hacernos previsores a las consecuencias de un esfuerzo (hacer frente a la fatiga, evitar imprevistos o situaciones comprometidas,…). Y es el modo correcto; aunque no tengamos el apoyo incondicional del entorno que nos acompañe o que esa forma razonada de actuar nos conduzca a cualquier tipo de incomprensión externa; no merece la pena desbaratar energía alguna, porque la vida es compleja, aprendemos de ella y con ella sobre la marcha.
¿Qué sucede por dejar que, en ocasiones, la prudencia y la consciencia tome su papel en nuestros actos?: ‘NADA’, siempre que no se límite a una razón de ser (la de guardar una apariencia o la de dar la imagen “correcta” que creemos que se espera de nosotros).
Demos el reconocimiento que nos merecemos anteponiendo la mayor certeza que existe: ‘la vida es una y propia’, siendo todo lo demás un «extra» que nos acompaña, vivamos la vida sin dar cabida al perjuicio ni tampoco llevado por complejos innecesarios.
Por Sergio P.M. desde España (Barcelona).