POR UN MUNDO INCLUYENTE

21/11/2020 Ara Hernández

La inclusión de personas con discapacidades en la actividad cotidiana implica la conveniencia de prácticas y políticas diseñadas para identificar y eliminar barreras, tales como pueden ser la existencia de obstáculos físicos, de comunicación y de actitudes que dificulten la capacidad de la persona de tener una participación plena en la sociedad, un derecho que no pide nada más allá que el que es requerido para las personas sin discapacidades. El fin por el que lucha la inclusión:

Recibir un trato justo del resto de otras personas (sin discriminación).
Perseguir el diseño universal que haga posible que los productos, las comunicaciones y el ambiente físico puedan ser utilizados más y por la mayor cantidad de personas.
Adaptar procedimientos, cosas o sistemas de manera que permitan que una persona con cualquier discapacidad la use al máximo posible.
Eliminar estigmas y superar todo estereotipos de falsa creencia que las personas con una condición no están sanas o son menos capaces de hacer cosas

La inclusión como filosofía y disciplina se esfuerza por que exista el feed-back, de las personas con diferentes condiciones con las organizaciones enfocadas a fomentar la vida independiente y autosuficiente, sobre el diseño, implementación, monitoreo y evaluación de programas y de estructuras.

Tal y como acostumbra a suceder con las cuestiones fundamentales del profeso de toda sociedad, no hay una homogeneidad a nivel universal dónde se establezcan y describan los derechos de las personas con discapacidad y obligaciones en favor de la inclusión social, pero la poca que existe a nivel nacional de todos los territorios se han de imponer en su cumplimiento. Para hacer posible y factible una discriminación positiva que facilite el día a día de las PCD, que no requieran de esfuerzos en concienciación, para que sea una cuestión habitual se imponga y normalice en toda sociedad y mientras se consiga sigamos en la constancia del esfuerzo para conseguirlo.