“Más allá de mis ojos».
Mi nombre es Unai, y aunque mi voz se pierda en el silencio, cada día tengo una historia que contar. Vivo en un mundo donde las palabras son murmullos inaudibles, pero mi espíritu lucha contra las barreras que la sociedad ha tejido a mi alrededor.
Desde el primer día, mi cuerpo se convirtió en mi desafío más grande. La parálisis cerebral se instala en cada rincón de mi existencia, pero he decidido que no definirá mi vida. En las aulas, donde los libros y las lecciones crean un laberinto de conocimiento, lucho por ser comprendido. No son solo las palabras no pronunciadas; es la mirada de desconcierto en los ojos de aquellos que no entienden que la comunicación va más allá de las cuerdas vocales.
La escuela es una danza complicada, pero encuentro refugio en la imaginación. Mis mundos internos son vastos y ricos, y quienes están dispuestos a sumergirse en mis historias descubren la magia de la comunicación silenciosa. Pero, entre las sombras de la incomprensión, también enfrento burlas. Algunos, incapaces de entender mis palabras, eligen el camino de la risa fácil, olvidando que la verdadera empatía va más allá de la superficialidad.
Caminar se convierte en una coreografía compleja, una danza en la que mis piernas lidian con la gravedad. La falta de coordinación y la dificultad para mantener el equilibrio se vuelven espectáculos para aquellos que no entienden. Las risas y los empujones son el eco de la falta de empatía, de la ignorancia que envuelve a la sociedad. Pero sigo adelante, desafiando la gravedad y las miradas hostiles, porque mi viaje no está determinado por las limitaciones impuestas por mi cuerpo.
Cada paso por el pasillo médico es una búsqueda de respuestas. Las pruebas y diagnósticos son etiquetas que la sociedad intenta colocar sobre mí, pero resisto. Cada terapia no es solo un ejercicio físico; es un recordatorio constante de mi capacidad para desafiar mis propios límites y dejar que mi luz interior ilumine la oscuridad de los prejuicios.
Fuera de la escuela y del consultorio médico, la sociedad a veces parece no comprender la complejidad de mi existencia. La incomodidad y la falta de paciencia son barreras invisibles, pero las enfrento con una sonrisa. A través de la paciencia y la perseverancia, construyo puentes de entendimiento, mostrando que la auténtica comunicación es un arte que va más allá de las palabras.
Mis aliados son mi ancla en medio de las tormentas de incomprensión. Amigos que ven más allá de las limitaciones físicas, maestros que entienden la riqueza de mi mente, y familiares que siempre están a mi lado. Estos lazos son hilos que tejen la red de mi historia, demostrando que, aunque mis palabras sean silenciosas, mi presencia resuena fuerte.
Sin embargo, cuando busco acceder al mundo laboral, enfrento una nueva batalla. A pesar de mi título universitario, las puertas parecen cerrarse ante la incomodidad y la falta de comprensión. Las entrevistas se vuelven desafíos adicionales, no solo para demostrar mi valía profesional, sino también para superar las expectativas limitadas que la sociedad tiene para alguien como yo.
Es frustrante ver cómo el mundo laboral, en lugar de ver mis habilidades y conocimientos, se enfoca en lo que no puedo hacer. A menudo, las oportunidades se esfuman ante el desconocimiento y la falta de empatía. Pero sigo adelante, armado con mi determinación y la convicción de que mi potencial va más allá de las percepciones limitadas.
«Más allá del silencio, la vida habla»
En el tejido complejo de nuestras vidas, la verdadera riqueza no se encuentra en las palabras audibles ni en las apariencias superficiales. En la diversidad de experiencias, en la aceptación sin límites y en la capacidad de ver más allá de las limitaciones, descubrimos que la esencia de cada ser humano va mucho más allá de las barreras que la sociedad pueda imponer. La verdadera
comunicación se encuentra en el corazón, donde el amor y la empatía construyen puentes que trascienden el silencio y superan las expectativas. La vida de Unai nos enseña que, incluso en la ausencia de palabras, podemos encontrar una sinfonía de conexión, valentía y belleza que nos invita a mirar más allá del desconocido y descubrir la humanidad que compartimos.
“Voces de la Discapacidad”