Doble EsfuerzoEstilo de vidaInclusiónInclúyenos y recuerda que somos como tú,

Lorena; las palabras en mis manos.

“Las Palabras en Mis Manos”

Mi nombre es Lorena, y las palabras me son esquivas desde siempre. Vivo en un universo donde el silencio es mi constante compañero, y las vibraciones sutiles del mundo me hablan en susurros que solo yo puedo entender. Mi vida es un relato tejido en lenguaje de señas, donde las manos son mis palabras y las miradas, mi gramática.

Durante la infancia, el mundo de los sonidos fue un enigma que nunca pude descifrar. La risa de los niños en la escuela, las conversaciones animadas en la mesa del almuerzo; son piezas de un rompecabezas que nunca encajan en mi realidad. Me convertí en una espectadora silenciosa, observando la danza de las palabras a mi alrededor, pero siempre excluida de la coreografía.

La tecnología me regala un medio para romper el aislamiento. Las conexiones virtuales se convierten en mi ventana al mundo, aunque nunca pueden reemplazar la calidez de una conversación cara a cara. Las entrevistas de trabajo se convierten en campos de batalla donde la ignorancia y los prejuicios se alzan como murallas infranqueables. ¿Cómo explicar que mis manos pueden construir mundos, que mi mente está llena de ideas vibrantes, aunque mis oídos no pueden escuchar las palabras que otros dan por sentado?

En mi búsqueda de empleo, recorro senderos espinosos, pero aprendo a valerme de mis habilidades y a superar las expectativas limitadas de quienes no pueden ver más allá de mi discapacidad auditiva. Cada logro es una victoria silenciosa, una demostración de que las palabras también pueden ser moldeadas con las manos y que la comunicación va más allá de la simple fonética.

En mi silencio, descubro el poder de las miradas y las expresiones. Mis amigos, un círculo íntimo que entiende que las palabras no siempre necesitan ser pronunciadas para ser comprendidas, se convierten en mi refugio. Pero, aún así, la sociedad parece resistirse a entender que mi discapacidad no es un límite, sino una dimensión diferente de la experiencia humana.

Así que, desde mi silencio, aprendo a tejer palabras con mis manos. Cada gesto, cada expresión, es una forma de comunicación que desafía la concepción convencional del lenguaje. Mi vida es un testimonio de que la diversidad no debe ser una barrera, sino un puente hacia la comprensión.

«Las Palabras en Mis Manos» no solo son gestos y señas, son la expresión de una historia que merece ser escuchada. Desde mi silencio, invito al mundo a leer entre líneas, a entender que la verdadera comunicación va más allá de las palabras habladas. Que en cada gesto hay un poema, y en cada mirada, una novela que espera ser descubierta.

En Cada Gesto, un Poema; en Cada Mirada, una Novela por Descubrir

Mi existencia, moldeada por el silencio, se convierte en un lienzo donde cada gesto es un poema por sí mismo. Cada movimiento de mis manos es una obra de arte que busca transmitir emociones, pensamientos y experiencias que no encuentran eco en las palabras habladas. En la sutileza de mis señas, creo un lenguaje propio, una sinfonía de significados que solo aquellos dispuestos a escuchar con el corazón pueden descifrar.

Cuando me sumerjo en la creación de gestos, siento que estoy componiendo versos invisibles en el aire. Mis manos danzan con la gracia de una pluma que escribe sobre el viento, llevando consigo historias que no requieren sonido para ser poderosas. Es en este teatro silencioso donde encuentro mi voz más auténtica, donde las palabras cobran vida de una manera que va más allá de la fonética convencional.

Y así, en cada encuentro, cada gesto se convierte en un poema que regalo al mundo. Mis amigos, quienes han aprendido a leer mis señas como un libro abierto, se sumergen en mis historias sin pronunciar una sola palabra. La conexión que creamos va más allá de la superficie; es una interacción basada en la empatía y la aceptación.

Pero, además de los gestos, hay otra forma de expresión que descubro en mis días de silencio: la novela que se esconde en cada mirada. Cada vez que mis ojos se encuentran con los de otro, sé

que hay un capítulo completo esperando ser descubierto. Las miradas se convierten en párrafos llenos de matices y significados, revelando historias que no necesitan ser narradas con palabras.

En la cotidianidad, encuentro la poesía en la forma en que un amigo asiente con la cabeza, en cómo una sonrisa se desliza en el rostro de un desconocido, o en el abrazo cálido de un ser querido. Cada uno de estos momentos es una página en la novela de la vida, una oportunidad para explorar y comprender las complejidades del mundo que me rodea.

Y así, mi vida se convierte en una obra literaria en constante evolución. Cada día, escribo nuevos versos con mis manos y descubro nuevos capítulos en las miradas que cruzan mi camino. En mi silencio, encuentro la plenitud de la comunicación, donde los gestos son poesía y las miradas, novelas que esperan ser descubiertas por aquellos que se aventuran a sumergirse en el lenguaje universal de la humanidad.

“En cada pausa silenciosa, se despliega un cosmos de significados listos para ser descubiertos”

“La auténtica comunicación trasciende las palabras habladas. En la multiplicidad de expresiones, gestos y miradas, hallamos la verdadera riqueza de la conexión humana. Cada forma de comunicación, incluso en el silencio, revela un universo único de entendimiento compartido. En este vasto paisaje de interacciones, la empatía y la comprensión se convierten en las brújulas que nos guían a través de los matices de la experiencia humana,

recordándonos que la verdadera comunicación es un viaje que va más allá de las palabras”

“Voces de la Discapacidad”