LA MEJOR OPORTUNIDAD ES AQUELLA QUE SE MERECE (la Historia de vida de Juan Carlos Martín Martín)
Hay actitudes, modos de emprender la vida y ejemplos que dejan de ser anécdotas al impregnarse de los valores de una singular persona, un guerrero de vida que con su lucha, constancia además de con una testaruda voluntad consigue aquello que se propone.
Hoy día es la voz de colectivos que tienen mucho y bueno que dar de sí mismos, presenta su propio programa de radio con el fin que se den a conocer grandes testimonios de vida bajo el lema: “la discapacidad nos la imponen, la capacidad la tenemos”.
- La de Juan Carlos Martín Martín es una historia digna de ser escrita y dada a conocer:
A la edad temprana de un año su padre falleció trabajando en el campo, motivo por el que su madre, junto a sus tres hermanos mayores partieron hacia tierras del norte de España en búsqueda de una vida mejor. Una madre que le embargaba el desconsuelo preguntándose: ¿Ahora qué voy hacer sola con mis hijos?, una mujer coraje que con ojos llenos de lágrimas y gran valentía dejó a atrás el pueblo que ella junto a sus hijos conocía, para un Noviembre del 1973 llegar a trasladarse a una pequeña población de la provincia de Álava (España), donde se asentaron para empezar una nueva vida.
Como cualquier niño Juan Carlos jugaba y disfrutaba de la vida junto a sus amigos de infancia, mientras su madre trabajaba en la fabrica todo el día, su hermana lo cuidaba dando lo mejor de sí; encontrando la figura paterna en su único hermano varón.
No fueron tiempos fáciles, a los diez años de edad le diagnosticaron una terrible enfermedad, que disminuiría su visión, pero siendo un niño lleno de vida no se amedrentó por la noticia, sino que en él despertó con fuerza el ánimo de lucha por superar las dificultades de la adversidad. A los catorce años de edad disponía de un resto visual que aún le permitía desplazarse sin bastón, comenzaría la rehabilitación para poder ser una persona autosuficiente y fue así como aprendió el sistema «Braille» y de otras técnicas. Empezó a recorrer las calles con su “Fiel Amigo Bastón” que el bautizaría con el nombre de FABA. Los verdaderos amigos continuaron a su lado, pero la vida le enseñó desde esos tiempos quienes lo eran y quienes se apartarían de su lado por la enfermedad.
Al tiempo sus ojos dejarían de ver la luz debido a una patología llamada «Retinosis Pigmentaria», aunque era inevitable llenarse de pena, no se dejo caer ni por la dificultades ni por las decepciones de personas que apreciaba y las cuales se alejaban de su lado por la enfermedad, mientras que las autenticas y valiosas amistades: como Juanito, Héctor y Núria, lejos de abandonarlo le ayudaron siempre.
La vida y el arrollador paso del tiempo enseña quienes son realmente tus amigos, quienes permanecen a tu lado aún con una enfermedad que como tal no se elige tener.
Se repetía a sí mismo: no me dejaré vencer, lo único que ha cambiado en mi vida es que no veo. De hoy en adelante, para moverme por las calles necesito de mi bastón, para leer en vez de usar mis ojos, usaré los dedos, pero en esencia sigo siendo Juan Carlos.
A los dieciocho años, tal y como pronosticara el oftalmólogo, sus ojos se apagaron por completo; dejándole un pequeño resto visual, no el suficiente para moverse sin la ayuda de su bastón y en adelante con ayuda de su primer perro guía Xuc y ya después vendría a su vida Yusi.
En adelante, sin miedo al perjuicio viajó a Madrid para presentarse al examen de acceso CRE (Colegio de Recursos Educativos) de la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE); aprobó y estudio administración. Allí conoció a otras personas en igualdad de condiciones, hizo amistades y aprendería a ser una persona madura e independiente de su familia.
Con el tiempo regreso a Euskadi y se dedicó a la ventas del cupón, que es de las pocas posibilidades laborales y de supervivencia que existen para los ciegos en el Estado español. Se sentía vacío, en un mundo diseñado para la gente con facultad de ver y aunque su madre le ayudaba estando siempre junto a él, no bastaba para dejar de ser una persona que vagaba en soledad y que soñaba con la existencia de la compañía de esa mujer con la que poder hacerse cómplice de sentimientos y experiencias.
Aún con todas y cada una de las dificultades, supo extraer la fortaleza necesaria para seguir con su vida con paso firme y llevar a cabo la consecución de sus propósitos. Se marco nuevos objetivos, junto al director de su institución creó las «juventudes», un movimiento interno cuyo objetivo lucha por los derechos en favor de la inclusión de los jóvenes de ciegos de la ONCE, dónde destinaría sus mejores energías e ilusión, su meta era hacer posible que los ciegos fueran integrados en la sociedad, promoviendo la discriminación positiva que facilitase la inclusión e integración de las personas con discapacidad visual.
Los años irían pasando, siguió formándose: formación política y adaptada para los ciegos (Tiflotecnología,…)
Después de tres años de espera viajaría a la escuela de Perros Guía de Madrid, para entrenar durante tres largas semanas con quién sería su guía y amigo fiel. Con ello estaba haciendo real un gran sueño: tener un perro, un amigo fiel el cuál le ofrecería guía y seguridad por las calles de su ciudad.
Una dicha que estaría enturbiada por la pérdida de su novia de aquel entonces; llevado por la incertidumbre, la angustia era inevitable por temor a la soledad.
Con el propósito de adiestrar y entenderse con su nueva compañía fueron unos primeros días duros de entrenamiento, pero empezaron Xuc y Juan Carlos a caminar juntos: juntos fueron superando nervios y miedos, como un verdadero equipo; sincronizaron sus pasos, sus miradas y el afecto consiguiendo afianzar una total seguridad.
Concluido el curso regresaron a la normalidad, durante ocho años Xuc guiaría sus pasos por las calles de de Vitoria, Agurain y de vez en cuando de Madrid, dónde Juan Carlos seguiría trabajando y representando a los ciegos por Álava.
Se trataba de su primer Perro Guía, la gente les miraba fascinada por la calle: Xuc marcaba los pasos de cebra, indicaba los bordillos de las aceras, las escaleras, así como ubicaba a su dueño por puertas, consiguiendo evitar chocar con todo tipo de obstáculos esquivando a la gente y a todo tipo de obstáculos con una destreza y seguridad sorprendente.
Un valiente amigo y compañero, que supo adaptarse a unos primeros días duros en Vitoria, una ciudad desconocida para ambos. Para Juan Carlos supuso el cambio a la no dependencia a un bastón de lazarillo, cuestión que le facilitó el poder ganar en seguridad y en movilidad.
Con el fin de sensibilizar y hacer que se conociera la noble labor que realiza un lazarillo, lucharía por hacer valer los derechos de sus usuarios y sus perros guías.
Xuc no era una mascota, sino los ojos de Juan Carlos.
Aunque se convertiría en el perro más famoso de Vitoria, no todo fue admiración y aceptación hacia Xuc, durante el camino de Santiago, tuvieron dificultades para que les permitieran la entrada. Situaciones difíciles, que gracias a la solidaridad de los mismos visitantes pudieron superar: los problemas de accesibilidad con los que se encontraron.
Compartieron la mejor compañía y aventuras, con la total entrega, ternura y la lealtad infinita que le procesaba Xuc.
Siempre Juan Carlos lo atesorara como uno de sus mejores recuerdos, ya que ley de vida: su fiel y inestimable amigo partió al cielo. Su guía y compañía hoy día es Yusi, al mismo tiempo Juan Carlos encontró el amor, su ansiado complemento y cómplice de vida en Ciudad de México, ambos como un feliz matrimonio y junto a sus respectivos perros guías forman hoy día una gran familia.
En la actualidad nuestro protagonista presenta y dirige los programas de radio: «Los perros de asistencia y tú» y «Voces de la discapacidad» en Rtv México, dónde emprende y desarrolla una gran labor para crear consciencia en la sociedad de lo vital y necesario que es para las personas usuarias su perro guía además de hacer valer la gran capacidad que existe en toda discapacidad.
